Ejemplos De Investigación Cuantitativa Y De Investigación Cualitativa Para Tu TFG -

Ejemplos de investigación cuantitativa y de investigación cualitativa para tu TFG

Por si es difícil de entender la diferencia entre la investigación cualitativa y la cuantitativa -y porque una imagen vale más que mil palabras-, en esta entrada, te invito a hacer un recorrido por la amalgama de posibilidades a las que te puedes acoger, si es que te faltan ideas y necesitas inspiración.

Cuando, por ejemplo, queremos evaluar hasta qué punto los niños de un determinado colegio son capaces de empatizar o no. Siempre podremos tirar de estadísticas y demás para defender nuestras hipótesis cuantitativas pero, en esencia, la investigación cualitativa requiere de un enfoque mucho más flexible que el que nos otorga (o nos obliga a usar) el paradigma cuantitativo.

Ejemplos de investigación cuantitativa para tu TFG

  • Ejemplo 1: Fernando Simón dando el parte de incidencia de Covid

Cuando Fernando Simón nos iba dando el parte, iba al grano: número de casos en los últimos catorce días, nivel de ocupación de camas en la UCI, nuevos ingresos o proporción de vacunados. Es lo que podríamos considerar un paradigma cuantitativo.

Ejemplo 2:

Ejemplos de investigación cualitativa para tu TFG

Cualquier tipo de investigación de campo, de los que llamamos «experimentos sociales o sociológicos» sería un ejemplo de paradigma cualitativa.

  • Ejemplo 1: Tener dos padres no es tener una familia.

Si no sabes muy bien por dónde tirar, puedes pasarte por el Canal de Youtube de Gente Maravillosa, un programa de Canal Sur. Tienen numerosos videos de cámara oculta de entre los que podrás pillar alguna idea interesante que encienda la chispa de tu tema de TFG.

  • Ejemplo 2: Experimento de Rosenhan sobre los falsos diagnósticos

Ex mi experimento favorito en el que participan pensadores de renombre en el ámbito de la Psicología, como lo son Goffman y Foucault. El experimentó pretendía sentar las bases de la Antipsiquiatría en un momento en el que la Psiquiatría estaba en pleno apogeo hospitalario gracias a la medicación psiquiátrica. Corría allá a inicios de los 70, concretamente, 1973, cuando se publicara el artículo en la revista Nature: Being Sane in insane places. Si vas al artículo, únicamente, podrás leer el siguiente texto en su resumen:

Está claro que no podemos distinguir a los cuerdos de los locos en los hospitales psiquiátricos. El hospital mismo impone un entorno especial en el que los significados del comportamiento pueden malinterpretarse fácilmente. Las consecuencias para los pacientes hospitalizados en tal entorno (la impotencia, la despersonalización, la segregación, la mortificación y el autoetiquetado) parecen sin duda contraterapéuticas. Ni siquiera ahora entiendo este problema lo suficientemente bien como para percibir soluciones. Pero dos asuntos parecen tener alguna promesa. El primero se refiere a la proliferación de establecimientos comunitarios de salud mental, de centros de intervención en crisis, del movimiento de potencial humano y de terapias conductuales que, para todos sus propios problemas, tienden a evitar las etiquetas psiquiátricas, para centrarse en problemas y comportamientos específicos, y retener al individuo en un entorno relativamente no peyorativo. 

Claramente, en la medida en que nos abstengamos de enviar a los afligidos a lugares dementes, es menos probable que se distorsionen nuestras impresiones sobre ellos. (Me parece que el riesgo de percepciones distorsionadas siempre está presente, ya que somos mucho más sensibles a los comportamientos y verbalizaciones de un individuo que a los sutiles estímulos contextuales que a menudo los promueven. 

El problema aquí es una cuestión de magnitud. Y, como he mostrado, la magnitud de la distorsión es excesivamente alta en el contexto extremo que es un hospital psiquiátrico). El segundo asunto que podría resultar prometedor habla de la necesidad de aumentar la sensibilidad de los trabajadores e investigadores de salud mental a la posición de los pacientes psiquiátricos. La simple lectura de materiales en esta área será de ayuda para algunos de estos trabajadores e investigadores. Para otros, experimentar directamente el impacto de la hospitalización psiquiátrica será de gran utilidad. Claramente, una mayor investigación sobre la psicología social de tales instituciones totales facilitará el tratamiento y profundizará la comprensión.

Yo y los otros pseudopacientes en el entorno psiquiátrico tuvimos reacciones claramente negativas. No pretendemos describir las experiencias subjetivas de verdaderos pacientes. El suyo puede ser diferente al nuestro, particularmente con el paso del tiempo y el necesario proceso de adaptación al entorno. Pero podemos hablar y hablamos de índices relativamente más objetivos de tratamiento dentro del hospital. Podría ser un error, y muy desafortunado, considerar que lo que nos pasó derivó de malicia o estupidez por parte del personal. Muy por el contrario, nuestra abrumadora impresión de ellos fue la de personas que realmente se preocupaban, que estaban comprometidas y que eran extraordinariamente inteligentes. Donde fallaron, como a veces lo hicieron dolorosamente, sería más exacto atribuir esos fracasos al entorno en el que también se encontraban. se encontraron que a la insensibilidad personal. Sus percepciones y comportamientos estaban controlados por la situación, en lugar de estar motivados por una disposición maliciosa. En un entorno más benigno, menos apegado al diagnóstico global, sus comportamientos y juicios podrían haber sido más benignos y efectivos.

Rosenhan, 1973.

No te olvides de referenciarlo, si lo vas a utilizar en algún documento académico en formato APA7:

  • Rosenhan, D. L. (1973). On being sane in insane places. Science, new series, 179(4070), 250–258.
  • Fontaine, M. (2013). On Being Sane in an Insane Place.The Rosenhan Experiment in the Laboratory of Plautus’ Epidamnus. Curr Psychol 32, 348–365. Disponible en la web.

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Conclusiones

Como decíamos en la entrada de

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