En el programa de Fernández (2016) la muestra de niños/as padecían algún tipo de enfermedad o trastorno mental. ¿Estos programas están más enfocados a este tipo de población? ¿cuál es la población que se podría beneficiar más de estos programas (preescolar, primaria, secundaria…)?
En principio, estos programas (no presenciales: puros y mixtos) están pensados para ser aplicados en cualquier etapa educativa y con cualquier perfil de alumno. Ahora bien, por su naturaleza no presencial (ya sea mediante formas de aplicación síncrona o asíncrona) puede llegar a parte de la población donde otros programas tradicionales o presenciales no pueden hacerlo. Respondiendo a tu primera subpregunta (¿estos programas están más enfocados a este tipo de población?), refiriéndote a niños/as que padecen algún tipo de enfermedad o trastorno mental, estos programas no presenciales (puros o mixtos) se adaptarían mejor que los programas presenciales a este tipo de casos.
Por ejemplo, si hay niños/as que, por enfermedad, como comentas, no puedan salir de casa, este tipo de programas sería compatible con llevar una vida lo más normalizada posible, dadas las circunstancias. Otro de los colectivos que podrían beneficiarse de este tipo de programas serían los niños/as de la “España vaciada” (escuela de pueblo), en representación de los cuáles, he considerado que era interesante incluir el artículo de Barbour (2015), sobre su artículo acerca de los efectos beneficiosos del entorno virtual en un contexto de escuela rural (según este autor, los niños encontraron la forma de formar grupos de trabajo de manera natural).
Sin embargo, no vale cualquier tipo de educación no presencial, ya que existen los programas por correspondencia postal y programas virtuales, y ambos difieren demasiado. De ahí que mi TFM se centre en la modalidad de programas no presenciales virtuales y que haya procurado escoger literatura científica lo más actualizada posible, dejando a un lado la Educación no presencial basada en intercambio de correspondencia, ya obsoleta. De modo que, en el caso de la España vaciada, existe el requisito previo del cambio en la infraestructura geopolítica al servicio de una cultura más adaptada a los nuevos tiempos que implique la inversión en instalación de dispositivos y de servicios en red que posibiliten la aplicación de estos programas. Para ampliar la respuesta con otra información consultada pero no reflejada en mi trabajo, me gustaría destacar lo que Barbour (2016) comenta, dentro de este tipo de programas, acerca de cierta manera de administrar el Currículum que los convertiría en una modalidad mucho más democrática que los programas de Educación presencial.
Este hallazgo tiene que ver con el hecho de que las materias no tienen por qué ofrecerse intercaladas, sino que, para aquellos alumnos/as adscritos a la modalidad virtual que así lo deseen, podrían cursar las distintas materias orden secuencial, entendiendo el aprendizaje como un contiuum sin fracturas derivadas de las necesidades de organización propias de la Educación presencial. Y es que hemos naturalizado la división del aprendizaje por asignaturas estancas y alternantes. En este sentido, las distintas disciplinas podrían organizarse a favor de los centros de interés del alumnado y, desde una perspectiva constructivista y cooperativa (gracias a las comunidades de aprendizaje hacia las cuales suelen organizarse los alumnos de estas modalidades, tal y como así lo defienden los autores revisados).
Por otro lado, un perfil de alumnado que saldría beneficiado con este hallazgo sería el colectivo de alumnos/as con AACCII, que –desde el paradigma Dabrowskiano (Pardo de Santayana, 2004)– necesitan cotas de desarrollo superior para poder sentirse realizados y que disfrutan profundizando y que el sistema educativo presencial les puede parecer disruptivo para ellos.
Trabajar sin interrupciones facilitaría llegar al punto que Csikszentmihalyi (2020) llama “estado de flow”, y modular la intensidad del aprendizaje, rompiendo las barreras que dividen los contenidos por nivel y permitiendo que este tipo de alumnado alcance las cotas de aprendizaje que necesite. Por ejemplo, si terminan en menos tiempo las asignaturas, podrían disponer de un tiempo significativo para dedicarlo a relacionar contenidos, ampliar conocimientos y profundizar en algún centro de interés o llevar a cabo algún proyecto solos o con más compañeros, gracias a todo ese tiempo que han ido ganándole al tiempo; partiendo del hecho de que el rendimiento de este tipo de alumnado se incrementa cuando hay mayor desempeño intelectual, y se reduce ante la ausencia del estímulo de dificultad, con involucración del sistema motivacional en detrimento del proceso de aprendizaje.
En mi opinión, la atención, la memoria y la motivación (sistemas involucrados en los procesos de aprendizaje) de este tipo de alumnado podrían verse favorecidas en un sistema que, como el virtual, permite la personalización de los contenidos siguiendo criterios individuales y no colectivos, como implicaría el concepto inclusivo, adecuado desde un punto de vista moral pero poco factible en las aulas masificadas y para satisfacer a todos. Un ejemplo de esto último, a colación del alumnado con AACCII en el contexto del aula presencial y la escuela tradicional, por ejemplo, es que los estándares tienden a bajarse, para lograr buenas calificaciones en los informes PISA, provocando que la motivación de este alumnado decaiga y facilitando su fracaso escolar. Por lo tanto, a tu segunda subpregunta, no habría una población que saliera más beneficiada en función de la edad -como ya hemos visto en mi revisión sistemática, todas las etapas se han visto favorecidas-, sino más bien, beneficia a todos en tanto que se puede adaptar sin las exigencias que a nivel temporo-espacial limitan los aprendizajes en la escuela presencial.