Esta entrada es, en realidad, la respuesta que di a una de las profesoras que conformaba el tribunal evaluador de mi TFM, cuando defendía mi Proyecto Final de Máster del título de Máster Universitario de Psicología Infantil y Juvenil de la UOC. Puedes leer todas las preguntas que me hizo ésta y la otra profesora, por si te interesa el tema y quieres explorarlo según mi perspectiva. También podrás leer mi TFM por si estás abordando un tema parecido y quieres saber cómo lo afronté yo. Ojalá te ayude.
La pregunta completa fue:
Comentas que has excluido de la revisión los programas no efectivos. ¿Podrías explicar cómo se evalúa la eficacia del homeschooling?
Una de las preguntas que me hizo el tribunal evaluador en mi defensa de TFM
Para poder responder adecuadamente a esta pregunta, primero deberemos tener en cuenta que el homeschooling no es un modelo pedagógico aceptado abiertamente entre nuestras fronteras, de manera que resulta en un fenómeno para el cual, muy probablemente, no encontraremos, en la literatura científica, antecedentes respecto a la cuestión de la evaluación de su eficacia, al menos en nuestro país, que es donde me he centrado -y mirando hacia el futuro, con relación a su implementación posible-.
Ahora bien, también deberíamos contextualizar acerca de qué es lo que entendemos por “eficaz” con relación al homeschooling como modelo pedagógico, ya que, como he ido explicando a lo largo del TFM, la eficacia para un modelo academicista en donde se priorizan los conocimientos no coincidirá con el concepto de eficacia en el marco de las pedagogías alternativas como la que pongo de ejemplo en la parte de introducción (la escuela Summerhill).
Dependiendo de dónde pongamos el foco, podremos asignar unas variables sobre las cuales poder medir esa eficacia antes y después de aplicar el modelo, y llegar a una conclusión certera. Dicho en otras palabras: Lo que es importante para unos puede ser ignorado para otros, como es el caso.
Dicho esto y, extrapolando la evaluación a otros contextos donde el homeschooling sí sería un modelo viable, conozco que las familias homeschooler pueden certificar a sus hijos mediante controles específicos en aquellos países donde se permite. De manera que una joven puede vivir viajando con su familia, aprendiendo otras culturas y conocimientos importantes para la vida, sin dejar de aprender a leer disfrutando lo que lee, sin dejar de aprender a sumar, restar, dividir o lo que se tercie utilizando como modelo sus experiencias y sus necesidades (siempre puede aprender, por ejemplo, si sus padres han estudiado antes y éstos le enseñan algunas cuestiones más complejas, o si, por iniciativa propia, tiene interés por aprender y se ayuda de los videos explicativos del tema que necesite, en youtube).
Y, si, llegado el momento necesitara un certificado para acceder a la Universidad, bastaría por so- meterse a unos controles específicos y aprobarlos. Así lo describe la mexicana Sophie Defaw en su conferencia Crecer sin escuela (Defaw, 2017), una conferencia que también daría respuesta a tu última pregunta acerca del estímulo social.
En este caso, podríamos decir que el homeschooling sería, incluso, más eficaz que el sistema academicista, en tanto que permite al educando vivir en consonancia con sus propias necesidades de explorar el mundo de una forma experiencial y sensitiva, sin pasar horas confinado en las aulas y sin sufrir las estigmatizaciones negativas que se producen, normalmente, cuando se trata de niños y niñas que, por algún motivo, destacan en algo, como ya he podido explicar en detalle en mi TFM.
Y, si lo que queremos evaluar fuera la calidad de vida y el bienestar emocional no tendríamos más que hacer un estudio comparativo con un grupo control, para conocer en qué medida los niños y las niñas que han crecido con el modelo de homeschooling desarrollan o no Trastornos Mentales, con relación a los niños y las niñas que han pasado por los centros educativos, y compararlos. Pero no podríamos decir que estamos evaluando la eficacia desde un enfoque de buenos tratos en la infancia (Barudy y Dantagnan, 2005, 2010) y, por lo tanto, no estaríamos enfocados a contemplar formas de identificar si es un buen sistema o no, sino, más bien, estaríamos enfocados a comprobar si el homeschooling sería un mal sistema, o en qué medida es tan mal sistema o peor sistema que el modelo tradicional. Es por esto, de entre otras cuestiones, que considero que el homeschooling es un modelo más que eficaz.
Esto es lo que ha hecho el Gobierno, durante la crisis, ha sustituido la escuela presencial por videos educativos en internet, adaptando la Flipped Classroom (Erbil, 2020)* a la situación de la pandemia -contradiciéndose (Plaza, 2020), sin saberlo- porque no hay modelo mejor que aquél que parte de las necesidades por desarrollar las competencias emocionales respetando los ritmos, los centros de interés y sin el sesgo de las comparaciones (EFE, 2020) que sí se dan en un modelo que necesita reducir las individualidades a un perfil común mediante la excusa de la “inclusión” -complementando la definición que ofrece Fromm en mi trabajo, sobre una escuela mala-.
Puedes escuchar el discurso de Celáa, al principio de la presentación. En este discurso recogido por Plaza (2020), la entonces ministra de Educación, María Isabel Celaá Diéguez, aseguraba, en rotundo, que la Educación Presencial era insustituible. Mientras tanto, con los niños confinados, en España se estaban ensayando algunos métodos alternativos. Mi idea de proyecto surgió ante la incredulidad que me generaba el hecho de que el Gobierno iba a seguir insistiendo en seguir perpetuando un sistema educativo totalmente obsoleto, centrado en la necesidad de la presencialidad educativa. Se le estaba dando prioridad a este sistema desfasado, aun habiendo un riesgo significativo de contagio y empeoramiento de la pandemia en nuestro país. Increíble pero cierto.
- https://doi.org/10.3389/fpsyg.2020.01157